El nivel de desarrollo de una ciudad se refleja en la calidad de su movilidad urbana.
La ecuación es simple y directa: cuantas más y mejores alternativas de traslado cuentan los vecinos, mejor calidad de vida tendrá un área metropolitana.
Servicios eficientes, confiables, seguros, económicos, que generen menos polución, ruido y contaminación, que conecten efectivamente los centros neurálgicos de una urbe en plazos razonables, son algunos de los ítems que constituyen el algoritmo de un buen transporte, ya sea público o privado.
El anuncio del desembarco de la multinacional Uber en Tucumán, como ocurrió en todo el mundo, desató la polémica.
Uber es una empresa con sede en Holanda (hoy Países Bajos), valuada en US$ 72.000 millones, que ya opera en 785 ciudades de 70 países y en 150 distritos ya se desarrollaron legislaciones específicas para el “transporte a través de plataformas digitales”, según confirmó la organización Chequeado.com
Para quienes no conocen, se trata de un servicio de transporte, de personas o de mercaderías, que se opera a través de una aplicación en el celular.
En todos los países donde aterrizó Uber se libró una batalla legal, en general querelladas por sectores vinculados a los taxis, su competencia más directa.
En algunas ciudades (150), como mencionábamos en el párrafo anterior, se logró ordenar normativamente su funcionamiento y en el resto, la mayoría, el debate judicial está en curso.
En Argentina hay un fallo de la Corte Suprema de la Nación, de agosto de 2019, a favor de Uber, o más precisamente en contra del Sindicato de Peones de Taxis de Buenos Aires, que impulsaba una denuncia penal contra los responsables de la empresa y sus conductores por asociación ilícita, competencia desleal e instigación a cometer delitos. La Corte rechazó la validez de esta demanda.
El conflicto también se dirime en la Justicia porteña, donde hay fallos a favor y en contra de la empresa internacional, según el caso.
Sin embargo, en la Legislatura porteña no descartan que este servicio se termine regulando en el transcurso de los próximos meses.
La única ciudad argentina que, por ahora, habilitó a Uber es Mendoza, a través de una ley sancionada por el Poder Legislativo, en julio del año pasado.
Otros proyectos de ley favorables a Uber, además de CABA, están avanzados en la provincia de Buenos Aires, Rosario y Posadas.
En Córdoba el servicio llegó a funcionar por sólo 18 días, con 5.600 conductores aprobados por la empresa, aunque una orden judicial dio de baja la aplicación en esa provincia, donde ya hay 27.000 choferes inscriptos, a la espera de que se apruebe una normativa que regule el servicio.
Mientras tanto en tuculandia...
En Tucumán la situación es distinta, digamos que más dramática. Por un lado, tenemos un servicio de colectivos al borde del nocaut, que en lo que va de 2020 ya dejó sin servicio casi dos meses a los usuarios, y con un panorama sin solución a la vista, al menos en el corto plazo.
Por otro lado está el servicio de taxis, que ostenta un altísimo índice de imagen negativa entre la población, por sus elevadas tarifas (entre un 30 y un 50% superiores a Uber), el mal estado de muchos de los vehículos, la mala presencia y educación de algunos choferes, y el alto nivel de ilegalidad en el sector.
Fue justamente este último el principal argumento del Sindicato de Conductores de Taxis de la provincia para oponerse a la llegada de Uber: que se trata de un servicio ilegal.
Sin embargo, cabe la clásica pregunta: ¿y por casa cómo andamos?
Sólo en la capital circulan más de 5.000 taxis ilegales, según datos de la Municipalidad, ratificados por el intendente Germán Alfaro.
¿Por qué los choferes en regla y que pagan los impuestos, el sindicato, los propietarios de autos y licencias y el propio municipio miran para otro lado ante semejante pandemia de ilegalidad?
Los taxistas se quejan de que la cuarentena, el parate comercial y la poca circulación están haciendo estragos en los ingresos del sector.
Con 5.000 ilegales menos, además de los taxis truchos de otras jurisdicciones, de los remises y de los autos rurales, también fuera de la ley, no caben dudas de que los ingresos de los vehículos habilitados crecerían de forma exponencial.
En el medio, la eterna sospecha sobre los negociados y las irregularidades en el otorgamiento de licencias, denunciados incluso por concejales y legisladores, tantas veces, desde que tenemos memoria.
Hasta han acusado, con nombre y apellido, a políticos que poseen verdaderas flotas de taxis, legales e ilegales. La Justicia tucumana, una vez más, ausente sin aviso.
Los propios taxistas reconocen que saben perfectamente quién es quién en las calles, cuáles son autos legales y cuáles no. ¿Por qué no los denuncian? ¿Miedo, complicidad?
Esta epidemia de ilegalidad permite, a su vez, que no sean pocos los taxistas involucrados en hechos delictivos, incluso homicidios.
Los municipios tienen un rol fundamental en la normalización de este problema, principalmente el de la capital. Con diez retenes de controles en el microcentro, principal radio de operación de los autos de alquiler, en dos semanas se termina con la ilegalidad. Es evidente que no existe voluntad política para hacerlo.
Es la misma razón que explica por qué los taxistas son los principales transgresores de las normas de tránsito, que estacionan en cualquier esquina, en cuadras prohibidas, en paradas de ómnibus, en filas que se salen del tubo y ocupan dos y tres carriles. Todo esto, ante la vista indulgente y pasiva de las autoridades.
El enojo de los vecinos
A raíz de la polémica desatada por la llegada de Uber, LA GACETA realizó un sondeo entre sus lectores para conocer su opinión al respecto.
El 85% de los votantes respondió que utilizará Uber; el 10% que seguirá viajando en taxi; y el 5% que no usará ninguno de los dos.
El resultado es abrumador.
Y no los es tanto, si hacemos una lectura más fina, por el respaldo a Uber, modalidad que la mayoría de los tucumanos no ha utilizado, sino por el rechazo hacia el servicio de taxis y a la desprotección que siente la gente frente a un Estado ausente.
El resultado del sondeo se proyectó también en los foros del diario, donde los lectores se volcaron masivamente a opinar, en las distintas crónicas sobre el tema Uber.
A continuación algunas de sus opiniones, que representan a la mayoría de los mensajes, a quienes le cedemos la palabra:
-Augusto Parra: a llorar al campito muchachos. Años de dar un pésimo servicio, en autos destruidos y a la sombra de sindicatos hampones. Todo llega. Hagan lío, como dice el Papa, pero les queda poco hilo en el carretel.
La gente tiene que tener la libertad de elegir el servicio que quiere, y no subirse a un apestoso Fiat Uno destartalado con un chofer coqueando y tener que pagar lo mismo que subirse a un auto nuevo con aire acondicionado y un chofer presentable.
-Martín Ignacio Fernández: Muchos conductores (digo muchos porque no son todos) no tienen ni certificado de buena conducta.
-Hugo Fernando Taljuk: Uber está en todo el mundo y no tiene problema, es otra alternativa de transporte público, es competencia y eso es bueno, la gente elige lo mejor.
-Ricardo Escalante: Claro, como ningún taxi en Tucumán estuvo envuelto en delitos o crímenes en los últimos años, además de estar todos sus trabajadores en blanco, se entiende el argumento del sindicalista.
-José Cruz González: Muchachos tendrán que comprarse otro pantalón deportivo y pensar en renovar las ojotas ya que Uber son otro tipo de autos y al igual que la presencia del chofer. Por qué la Municipalidad nunca controló cómo van vestidos muchos, aclaro, no todos.
-Marcelo Domínguez: Lo usé en otras provincias y es un salto de calidad en el servicio. Unidades limpias, choferes agradables y educados, tarifas económicas.
También tenían otra competencia como Cabify. Todos conviven bien y el que trabaja mejor se queda con los clientes. También del lado del chofer es una buena salida laboral. No le tengan miedo al progreso.
-Víctor Miguel Cuevas: Era hora que llegue Uber, si el servicio de taxi es un monopolio de concejales y empleados municipales y amigos. Se acabó el negocio de las licencias.
-Mariano Colombotto: Bienvenido sea. Los taxis de Tucumán son una vergüenza. El estado de los autos es paupérrimo, muchos no tienen aire acondicionado ni lugar en el baúl por el tanque de gas. Y a esto sumado que muchos taxistas son sumamente desagradables, maleducados y manejan pésimo.
-Matías Fernández: No veo tanto énfasis puesto para repudiar a los taxis truchos que circulan desde hace décadas en la ciudad.
-Silvina Abregú: Los taxis son bastante turbios en el manejo de las licencias. Las llamadas escuderías tienen decenas de autos de un solo dueño. Los choferes algunos son impresentables y hasta delinquen en los autos. Tienen arreglos con inspectores, hay mellizos, truchos, los rurales son un desastre. Todo corrupción. Bienvenido Uber.
-Jaime Daniel Bustamante: Si algo enseña la historia es que el progreso no se puede detener, las actividades evolucionan, sino estaríamos andando a caballo. Ahora quizás se den cuenta que si el chofer del taxi anda con ojotas, pantalón corto, mascando coca y música de cuarteto a todo volumen, la gente quiere otro servicio.
-Augusto Vega: Lo usé en Bs. As y es increíble: autos en condiciones, choferes limpios, agradables y mucho más económico. Desde Aeroparque a Recoleta salía $550 y me cobraron $340 por Uber. Encima no pagué con efectivo, me aceptó débito y me dio un ticket legal por el servicio.
-Fernando Juárez: Todavía no se sabe cuántos autos hay habilitados de taxis ni de quién son. Es una mafia, servicio caro y con choferes en negro. Basta.
-Alejandro Díaz Morán: Basta de taxis truchos y autos en mal estado, basta de choferes en negro y de choferes mal educados. Ojo, no son todos, hay choferes muy amables, limpios y atentos.
-Clara Sáenz: Lamentablemente hace años que los taxistas hacen lo que quieren, cobran lo que quieren, se hacen los equivocados para hacer más largos los viajes; si alguien olvida algo se lo roban. Fuman, y si les reclamas te insultan, como si no supieran que está prohibido. Me parece bien que les haya llegado el día de empezar a ofrecer un buen servicio si quieren seguir teniendo pasajeros. Ahora podemos elegir.
-Gustavo F. Gil: ¡Qué buena noticia! Bienvenida la competencia y si es en todos los rubros o actividades mejor, así el usuario o cliente puede elegir lo mejor y no tener que estar resignado a la mediocridad y nivelando para abajo siempre. Celebro la competencia, la libertad de elegir y la modernización.
-Bernardo Efrón: En buena hora si llegan a la provincia, estoy harto de bancarme choferes que más bien parecen presos con salida transitoria, malolientes, mal vestidos, impresentables y mascando coca, en muchos casos a una mujer que va sola hasta le da miedo subir a una unidad, ni siquiera llevan identificación, nunca se sabe quién maneja y del estado de los vehículos mejor ni hablar, claro que hay excepciones.
Perón decía que las transformaciones se hacen “con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes”.
Es evidente el hartazgo y el enojo de la gente con el transporte público en la provincia y la pasividad de las autoridades para mejorar el servicio.
Si el cambio no viene desde arriba, tarde o temprano comenzará desde abajo. Y a veces tarda, pero siempre llega.